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Ю.А. Милоградова

– ¿Quién me tira de mis barbas?

El pobre hombre suelta la col otra vez y se aparta un buen trozo. Piensa que hay por aquí alguna persona que está burlándose de él. Pero ve nada sospechoso y atormentado por el hambre y por el pensamiento que sus hijas no tendrán nada de comer y se acostarán sin cenar, decide arrancar la col de un tirón y irse inmediatamente y sin volver la cara atrás. Vuelve, pues, a la col y la toma entre sus brazos cuando otra vez grita la voz de antes:

– ¿Quién me tira de mis barbas?

Y en el mismo momento aparece, sin saber cómo ni por dónde, un gigantón de muchas varas y aspecto miedoso. Se lanza hacia él y va a matarle por tirarle de las barbas sin respeto. El pobre hombre, asustado, caye de rodillas y le pide al gigante que le deje vivir y le cuenta su historia. Cuando el gigante oye que tiene tres hijas, se calma de pronto y le dice:

– No quiero perdonarte. Pero te perdono por tus hijas y aún haré tu felicidad, pero hay una condición.

– ¿Cuál, señor? – le pregunta el pobre hombre que no sé lo que le pasa.

– Yo vivo aquí solo y nadie cuida de mi casa, que es un palacio muy hermoso. Tu hija mayor será mi mujer, y vivirá muy dichosa, y yo te daré dinero, y no vas a carecer de nada. ¿Estás conforme? Si no, te mato y santas pascuas.

El leñador quiere mucho a sus tres hijas y no quiere separarse de ninguna de ellas pero piensa:

– Si el gigante me mata, perderé a las tres y no las veré más. Además, el gigante me parece buena persona y creo que con él será mi hija feliz.

Y así contesta que está conforme.

– Bueno, pues mañana con tu hija tiras de la col, pero no tan fuerte como hoy, ¿eh?, y yo me presentaré en seguida.

Y le da un bolsillo lleno de oro, desaparece en seguida lo mismo que ha salido: sin saber cómo ni por dónde.

Al día siguiente se presenta el leñador con su hija en el campo. Va llorando porque la quiere mucho pero ella está contenta porque no sabe la suerte que le está esperando, y consuela a su padre.

Cuando llegan a la col, el padre tira de ella con mucho respeto y en seguida se aparece el gigante que coge de la mano a la joven y dice que allí lo va a pasar muy bien. Da al leñador otro bolsillo, más grande aún, y desaparece, dejándole solo y muy triste.

Se abre la tierra para dar paso al gigante y así llega éste a un palacio muy grande y muy bonito. Deja a la joven en una sala magnífica y le dice:

– No vas a carecer de nada mientras seas buena. Todo es tuyo y tú eres la única que manda aquí: tendrás cuanto desees. Yo te haré compañía por las noches, y todo el día estarás sola. Pero hay muchas cosas que ver, no te aburrirás.

El gigante pone en un dedo de la joven un precioso anillo y dice:

– Te doy esta sortija y esta llave que es de un cuarto que tú no puedes ver y no debes hacer nada por verlo, pues yo lo sabré y te sucederá una desgracia.