Читать «Волшебные испанские сказки / Cuentos maravillosos españoles» онлайн - страница 9
Ю.А. Милоградова
Después de esto desaparece. La joven se queda sola y empieza a registrar la casa y cada cosa que ve le gusta más y más. Cuando tiene hambre, grita: “¡Quiero comer!” y en seguida aparece una mano negra que no se sabe si pertenece o no a algún cuerpo; pone una mesa muy limpia y la llena de comida sabrosa. Después que come piensa abrir el cuarto misterioso pero como se lo ha prohibido el gigante, no se atreve a hacerlo aunque queda muy disgustada. Cuando anochece pide luz la misma mano negra la enciende. Pronto viene el gigante y le dice:
– ¿Estás contenta?
– Sí.
– ¿Has hecho lo que te he dicho?
– Sí.
– Entonces, dame la mano y seremos buenos amigos si haces lo mismo todos los días.
Ella le da la mano y el gigante le mira la sortija y se pone muy contento y pasa a su lado toda la noche muy cariñoso. Al otro día, en cuanto amanece, se levanta y se despide de ella y le dice lo mismo que el día antes.
– No debes hacer nada para ver el cuarto que está cerrado con esta llave, porque si lo ves yo lo sabré y te sucederá una desgracia.
Después desaparece, como el día anterior, sin saber cómo ni por dónde.
Las palabras del gigante excitan la curiosidad de la joven que quiere saber lo que hay en aquel cuarto misterioso. Mucho tiempo está queriendo y no queriendo abrirlo; pero, por fin, se dice:
– Nadie se lo podrá decir, voy a ver lo que hay en este cuarto. Estaré un momento y me saldré en seguida.
Y dicho y hecho. Va al cuarto en que le han prohibido entrar, lo abre con la llave que tiene en mano, y, entrando, ve en medio de él un pozo. Se acerca, pero en seguida se aparta horrorizada. En este pozo hay cuerpos humanos despedazados y llenos de sangre. Se inclina sobre ellos y se le caye, sin saber cómo, la sortija que el gigante la ha puesto en el dedo. Ella se pone muy nerviosa. ¿Qué le dirá al gigante cuando viene y le pregunta sobre el anillo? El pozo le parece horrible pero logra coger la sortija con mucho trabajo y sale inmediatamente del cuarto y la cierra cuidadosamente. Llega a su cuarto y mira la sortija y ve que está manchada de sangre. Quiere limpiarla pero la mancha de sangre no desaparece y, al contrario, brilla cada vez más. Cuando llega el gigante, sale a recibirlo. Él nota su emoción, le mira la sortija y, muy furioso, le dice:
– ¡Ah! ¿Has entrado en el cuarto? ¡Te lo he prohibido! Bueno, pues ya verás lo que te pasa.
Y la lleva al cuarto donde está el pozo, la mata, la despedaza y echa al pozo sus restos llenos de sangre.
Al día siguiente, el leñador viene al campo, llega a la col y tira dulcemente de ella. El gigante se presenta en seguida y le pregunta:
– ¿Qué quieres?
– Nada, señor – le contesta el buen hombre con mucho respeto —, me gustaría saber si está contenta mi hija.
– Muy contenta, y le va muy bien. Pero a veces se pone triste porque echa de menos a su hermana. Si traes la segunda, estarán aquí muy bien, vivirán juntas y serán muy felices.